A MAX HEINDEL
por Francisco-Manuel Nácher
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Perpetuo buscador de buscadores,
amansador de espíritus inquietos,
revelador de arcanos y secretos,
dador de Paz, de Luz y de Verdad.
Todos te descubrimos con sorpresa,
a todos nos llegaste sutilmente,
nutriste nuestras almas, nuestra mente,
y enderezaste nuestro caminar.
Y todos te debemos lo que somos,
lo que soñamos y lo que sabemos,
lo que sentimos y lo que queremos
y hasta nuestra manera de pensar.
Y, unidos por tus sabias enseñanzas,
seguros de triunfar, según tu ejemplo,
llevamos a los hombres hasta el Templo
y les mostramos cómo han de avanzar.
Y en todos los rincones de la Tierra
ya hay algún hombre que se maravilla
de la fuerza que tuvo tu semilla
para desperezar la Humanidad.
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