humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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sábado, 24 de octubre de 2015

La conducta animal X

        

  X. La conducta animal

              Cuando los animales encuentran un problema nuevo que ni ellos ni otro congénere han afrontado previamente, muestran por lo general poca o ninguna capacidad de razonamiento para hallar una solución y se limitan a realizar muchos movimientos en la esperanza de dar con algo que funcione. Sin embargo, los animales están frecuentemente en posesión de patrones de conducta que solucionan sus problemas cotidianos y de tal complejidad que resulta difícil para los científicos materialistas determinar como el animal, sin mente, pudiera haber llegado a adquirir tal patrón de conducta. Por ejemplo, hay una especie de araña que consigue comida construyendo una telaraña elástica, tirando del centro para darle forma de cono y soltándolo cuando un insecto vuela cerca de forma que la telaraña se dispara y captura el insecto (John Paul Scott, La conducta animal, p. 166).

          La nutria marina que habita en la costa oeste de Norteamérica se sumerge en busca de mejillones, almejas y langostas. Cuando vuelve a la superficie con una de ellas, sube también una roca plana. La nutria se sitúa entonces sobre su espalda flotando en el agua, coloca la piedra sobre su pecho, sujeta la presa con ambas garras y la aplasta contra la roca hasta que la concha de su presa se rompe (Ibíd., p. 167).

               Algunos científicos materialistas teorizan que en el pasado alguna araña o nutria hubieran dado con esos patrones de conducta "por azar" y luego los mantuvieran por encontrarlos beneficiosos. La descendencia y otros individuos cercanos a esa araña o nutria concretas podrían haber aprendido por imitación dicha conducta. Existen, sin embargo, algunos patrones complejos que todos los animales de una especie llevan a cabo incluso sin haber observado
previamente a otros miembros de su especie. Por ejemplo, la ameba es un animal unicelular sin órganos sensoriales y, por consiguiente, no tiene medio de observar a otras amebas. No obstante, todas las amebas se sirven de los mismos procedimientos "inteligentes" para capturar comida. Si la presa está en movimiento y, por tanto, es posible que escape, la ameba flota cerca y la abraza holgadamente, sin tocarla, para no alertarla prematuramente. Por el contrario, una presa inmóvil será estrechamente cercada. Si la presa se mueve
normalmente en un plano horizontal, la ameba la rodeará primero en ese plano y luego cortará las vías de escape verticales (Margaret F. Washburn, La mente animal, p. 39).

         Algunos pinzones fueron separados de los demás recién nacidos y criados en cautiverio. Si no eran expuestos al cielo nocturno a una edad temprana, ignoraban en qué dirección viajar en el otoño. Si eran expuestos al cielo nocturno o incluso al cielo artificial de un planetario a una edad temprana, entonces eran perfectamente capaces de tomar el camino del sur en el momento de la migración otoñal (Scott, pág. 238-239). Cómo encuentran los pinzones el camino del sur, incluso sin ayuda de otros pájaros, sigue siendo un misterio para los científicos materialistas.

            Otro ejemplo destacable de un patrón de conducta complejo que los miembros de una especie llevan a cabo sin haber observado a otros animales es la construcción de nidos por la gallina del eucalipto de Australia. El macho excava un agujero en la arena a fines del invierno, lo rellena con vegetación y lo cubre con un montículo de arena. La putrefacción de los vegetales calienta la
arena y la hembra acude al montículo, se aparea y pone un gran huevo aproximadamente una vez por semana. El macho cubre cada huevo con arena y visita el montículo diariamente, destapa el nido y comprueba la temperatura introduciendo su pico abierto en la arena. Si ésta se calienta demasiado, el pájaro abre el nido por la mañana temprano y arroja arena fría dentro del mismo. A medida que avanza el verano la vegetación decae e irradia menos calor, con lo que el pájaro amontona más y más arena para proporcionar calor.
Durante el otoño el suelo comienza a enfriarse y el ave mantiene el nido caliente abriéndolo a mediodía y arrojando dentro arena calentada por la luz solar. De esta forma el ave es capaz de mantener el nido a una temperatura relativamente constante de unos 33º centígrados durante el largo periodo de incubación. La gallina del eucalipto puede construir un montículo de arena de quince metros de diámetro y un metro de alto en el proceso de incubación y remover una buena parte de él diariamente. Cuando los polluelos eclosionan, se abren camino a través de 60 ó 90 cm. de arena, abandonan el nido y se adentran en la maleza en busca de comida. No permanecen en los alrededores para observar las actividades de sus padres y no obstante, cuando los machos crecen, llevan a cabo las mismas actividades que sus padres (Scott, pág. 271- 273).

             Los clarividentes pueden ver una parte de la realidad que los científicos materialistas no perciben y de esa manera los clarividentes pueden proporcionar información acerca del origen de la sabiduría animal que tanto confunde a los científicos. Según los clarividentes, cada animal tiene un espíritu individual. Los clarividentes están de acuerdo con los científicos materialistas en que los espíritus animales no han desarrollado el pensamiento y la
capacidad de resolver problemas. Los clarividentes perciben, además, que un arcángel está asociado a cada especie o raza animal. El arcángel de la especie está unido a cada miembro de la misma por medio de un cordón plateado compuesto de materia del Mundo del Pensamiento. A través de este cordón el arcángel puede enviar órdenes al animal acerca de lo que debe hacer en una circunstancia dada. El arcángel está en contacto con la sabiduría cósmica y por lo tanto puede establecer patrones de conducta que incorporen sabiduría para los animales a su cargo.
      
          Es el arcángel responsable de las arañas quien las guía en la construcción y uso de sus inteligentes telas de araña. Es el arcángel responsable de las nutrias marinas quien las guía en el uso de piedras para romper las conchas de los mejillones. Es el arcángel responsable de las amebas quien las guía en la captura de su comida. Es el arcángel responsable de los pinzones quien les ayuda a determinar en qué dirección volar mediante la observación de las estrellas. Es el arcángel responsable de las gallinas de los eucaliptos quien las guía en la construcción y cuidado de sus nidos.

          El arcángel de cada especie diseñó los patrones de acción para esa especie atendiendo a su bienestar. A veces los individuos de una especie pueden encontrarse con circunstancias inusuales para las que no sirve el patrón general de respuesta. Entonces los individuos necesitarían aprender respuestas especializadas. Si un animal come un alimento en particular que le produce una reacción desagradable, ese animal individual aprenderá a mantenerse alejado de esa comida concreta. La guía de los arcángeles no impide u obvia la necesidad de aprendizaje individual de los animales.

         Una ilustración interesante del aprendizaje individual que ocupa a los animales la proporciona la observación de la corneja, un pájaro de la familia de los córvidos. Una corneja inexperta construyendo su primer nido recoge inicialmente casi cualquier cosa, incluyendo pedazos de hielo, bulbos de poco peso y ramitas inservibles. La corneja intenta imbricar un material nuevo en los que ya forman el nido. Si no puede encajarlo, lo descarta. Los tipos de materiales que han sido descartados una vez ya no son recogidos más veces.  La mayoría de las cornejas terminan por volverse especialistas, recogiendo ramitas de sólo una especie de árbol que produce un material especialmente bueno para su nido (John Alcock, Conducta animal, pág. 135-137).

       Un niño pequeño necesita el cuidado de sus padres para asegurar la obtención de lo necesario para vivir y mantenerlo fuera de peligro. Durante los años al cuidado de los padres el niño está creciendo, desarrollando sus propias habilidades y aprendiendo sobre el mundo de forma que será capaz en su momento de cuidarse por sí mismo. Similarmente, en las eras en las que los animales son guiados por los arcángeles, los animales también están desarrollando sus capacidades de manera que en su momento dejarán atrás la necesidad de dirección por los arcángeles. Los clarividentes pueden percibir que los espíritus animales no son esencialmente diferentes de los espíritus humanos. Los espíritus animales están simplemente menos evolucionados. Los animales son pues verdaderamente nuestros "hermanos pequeños" y merecen nuestro respeto y compasión.

REFERENCIAS
- Alcock, John. Animal Behavior. Sunderland, Mass.: Sinauer, 1975.
- Scott, John Paul. Animal Behavior. Chicago, Ill.: University of Chicago Press, 1962.
- Washburn, Margaret F. The Animal Mind. New York: Macmillan, 1926.

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del libro Ciencia y Religión de Elsa M. Glover

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