humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

Departamento de Curacion de The Rosicrucian Fellowship

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jueves, 22 de octubre de 2015

La comunicación XV


XV. La comunicación

      Los científicos materialistas observan que las personas se pueden comunicar por medio de la palabra hablada. Cuando una persona habla, pone en vibración sus cuerdas vocales. Cuando las cuerdas vocales se desplazan hacia arriba, comprimen el aire sobre ellas; cuando se mueven hacia abajo, disminuyen la presión del aire sobre ellas. De esa manera, el movimiento alterno hacia arriba y abajo de las cuerdas vocales genera una serie de compresiones y descompresiones del aire, lo cual conocemos como onda sonora. La lengua y los labios pueden adoptar diferentes posiciones para modificar esta onda sonora al pasar por ellos y así articulamos las palabras. La onda sonora se transmite en todas las direcciones. Si una parte de la misma entra por la oreja de un oyente, cada compresión empuja el tímpano del oyente hacia dentro y cada descompresión tira del tímpano hacia fuera. Así el tímpano es puesto en vibración a la misma frecuencia vibratoria que la fuente sonora y de esa forma el mismo mensaje que fue emitido es recibido. El tímpano humano es capaz de responder solamente a un cierto rango de frecuencias. Si la frecuencia del sonido es muy elevada o muy baja, el sonido no será oído. Un humano no puede oír la frecuencia elevada del sonido de un silbato para perros, aunque los perros sí pueden oírla.

    Los científicos materialistas observan igualmente que la información puede ser transmitida por medio de ondas electromagnéticas. Las ondas de radio y TV, radar y microondas, la luz visible y los rayos X son todos ejemplos de ondas electromagnéticas. Las ondas electromagnéticas son producidas por
cargas eléctricas en oscilación o vibración. En las antenas emisoras de radio, TV y radar se obliga a los electrones a ir y venir incesantemente. En los objetos calientes como una bombilla de vacío, o en una llama, los electrones vibran en los átomos y moléculas. Una onda electromagnética se propaga en todas las direcciones desde su fuente hasta que encuentra un objeto. Si la onda electromagnética es capaz o no de transmitir su vibración al objeto con el que choca depende de si el objeto tiene capacidad para vibrar a la frecuencia de la onda. Cuando una radio está sintonizada en una frecuencia determinada, entonces esa radio sólo responde a las ondas de dicha frecuencia. Recibirá las ondas de una estación que emita en esa frecuencia mientras que todas las demás ondas la atravesarán sin efecto alguno. Nuestros ojos son capaces de responder sólo a un cierto rango de frecuencias. No podemos ver las ondas de radio, las de TV, las de radar o las microondas porque sus frecuencias son demasiado bajas. No podemos ver los rayos X porque sus frecuencias son demasiado elevadas. Vemos únicamente el espectro visible: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta.

          Los clarividentes observan que además de las ondas sonoras y electromagnéticas existen otras radiaciones que transportan mensajes a través del espacio. Hay un pequeño órgano en el cerebro de cada persona conocido como glándula pineal. Si alguien piensa intensamente en una idea, con atención concentrada y persistente, el éter en la glándula pineal es puesto en vibración. Esto origina ondas en el éter colindante, las cuales se expanden en   todas las direcciones. Cuando esas ondas alcanzan la glándula pineal de otra persona, si ponen en vibración el éter de la misma, las vibraciones se transmiten al cuerpo de deseos y a la mente sucesivamente, alcanzando así la conciencia. Si la segunda glándula pineal no puede reproducir esas ondulaciones, entonces el pensamiento pasará desapercibido, sin generar ninguna impresión.

    Las ondas de pensamiento son capaces por sí mismas de transportar mensajes sin descender a la región etérica del Mundo Físico. Una vez creada la forma de pensamiento, el pensador puede enviarla directamente a otra mente en el plano mental. De hecho, todos los pensamientos irradian desde el que los origina y pueden influir mentes receptivas y sensibles. Cada mente que recibe un pensamiento reproduce las vibraciones y luego irradia nuevamente el pensamiento, reforzando así la onda de pensamiento de forma que pueda influenciar nuevas mentes.

        Los hombres se comunican unos con otros mediante palabras
habladas, ondas electromagnéticas, ondas etéricas y ondas de pensamiento. Luego miran a su alrededor y preguntan: "¿Con quién más nos podemos comunicar?" Un pequeño grado de comunicación con los animales se logra mediante sonidos, acciones y pensamientos. Los hombres miran después al cielo y se preguntan si hay alguien "ahí fuera". Los científicos materialistas han hecho muchos estudios intentando determinar qué condiciones son necesarias para que exista la vida (tal como ellos la conocen), en qué lugar del universo se dan esas condiciones y como puede establecerse comunicación con esas formas de vida. Unas placas inscritas con símbolos que se espera un alienígena fuera capaz de comprender han sido instaladas en cohetes enviados más allá del sistema solar. Además, han sido enviadas señales de radio en direcciones propicias llevando lo que se considera son símbolos universales y se está realizando algún tipo de "escucha" de señales procedentes del espacio exterior. Hasta ahora no parece haberse establecido comunicación. Algunas personas creen que unos objetos volantes no identificados (ovnis) pueden ser visitantes de otras civilizaciones pero los informes sobre dichos ovnis son insatisfactorios para la comunidad científica porque encuentran que un gran número de los mismos pueden explicarse desde el punto de vista de fenómenos naturales (terrestres) y porque ningún ovni ha durado lo suficiente como para una investigación científica adecuada. Así que los científicos materialistas aún pintan a los humanos como viajeros bastante solitarios en este gran universo.

    El clarividente, quien es capaz de percibir un rango de frecuencias mayor que el científico materialista, detecta muchos seres vivientes más allá de los confines de la Tierra. Max Heindel señala que las doce constelaciones del zodíaco son los vehículos visibles de las doce grandes Jerarquías Creadoras que han ayudado y ayudan todavía a evolucionar al género humano. Todo el sistema solar puede considerarse como el cuerpo del Dios del sistema solar.
Su Vida y conciencia impregnan cada uno de los átomos, que dejarían de existir si dicha Vida se retirara. Dios contiene dentro de su Ser una multitud de otros seres en distintas fases de desarrollo. Sus diferentes necesidades requieren diferentes entornos. Con el fin de proporcionarles dichas condiciones   adecuadas los planetas son expulsados de la masa central, con una constitución diferente para cada uno de ellos. El Cristo y los arcángeles tienen su hogar fundamentalmente en el Sol aunque Cristo envía un rayo de Su conciencia a la Tierra durante el otoño y el invierno cada año y los arcángeles llevan los rayos solares desde el Sol a los diferentes planetas y de cada planeta a otros. Asimismo algunos arcángeles sirven como embajadores de los diferentes planetas en la Tierra y otros trabajan como espíritus de raza y de nación sobre la Tierra.

       Jehová y los ángeles tienen su hogar principal en las lunas de los diversos planetas, aunque trabajan en los planetas dirigiendo los procesos de crecimiento y reproducción de las formas. Cuatro ángeles, llamados los Ángeles Archiveros cuidan que cada humano pague sus deudas de destino y encuentre aquellas experiencias que necesita para su desarrollo. Los Espíritus Luciferes, ángeles caídos, tienen su hogar en Marte, aunque trabajan espoleando a los humanos para ganar autoconciencia, buscar conocimiento y actuar creativamente con independencia de fuerzas externas. Los miembros del grupo de espíritus virginales a los cuales pertenece nuestra humanidad han progresado en diferentes grados durante los periodos evolutivos de forma que en la actualidad son necesarias condiciones distintas de temperatura y vibración para diversos espíritus. Espíritus virginales de nuestra oleada se encuentran en cada uno de los planetas y sus lunas. Aquellos de Mercurio, Venus y Júpiter son generalmente más avanzados que los humanos de la
Tierra. Los de Marte, Saturno y Urano están menos avanzados por lo general. Las lunas sirven de hogar a los rezagados que no fueron capaces de mantener el ritmo de los seres del planeta principal.

    El clarividente no sólo puede ver esos seres extraterrestres sino que puede advertir la interacción de dichos seres con la humanidad terrestre. El clarividente ve que cada arcángel que actúa como espíritu de nación irradia en la atmósfera de la nación de la cual está a cargo diversas imágenes, ideas y sentimientos y, por consiguiente, influencia la estructura corporal, lenguaje, hábitos, costumbres y sentimientos de los habitantes. Todas las personas responden a la dirección de los espíritus de raza, nación o familia hasta que desarrollan la fuerza de voluntad, conciencia y capacidad razonadora necesarias para ser sus propios guías.

      Existen algunos arcángeles que traen los rayos solares a la Tierra tanto directamente como indirectamente por medio de la luna y otros planetas. Esos rayos, los cuales estudian los astrólogos, encierran mensajes propios cada uno y tienen poder para despertar diversas partes de la persona si ésta se sintoniza con ellos y les permite resonar dentro de su ser, al igual que la onda de radio tiene el poder de "despertar" una radio cuyo circuito esté sintonizado con la frecuencia de la onda. Cada año, durante los meses de otoño e invierno, el Cristo baña la Tierra en una marea de luz espiritual la cual transporta un mensaje de amor, buena voluntad y generosidad hacia todos. En el momento presente, los humanos sienten esos rayos del Cristo débilmente pero a medida que la humanidad crezca en su capacidad de respuesta, los sentimientos de fraternidad espiritual crecerán sobre la Tierra.

   ¿Es la comunicación entre los poderes superiores (Cristo, los arcángeles y otros) y la humanidad siempre en un sentido? ¿Siempre va de lo superior a lo inferior? ¡No! El hombre puede también enviar mensajes a Cristo, los arcángeles y los otros poderes superiores. Esta acción se llama plegaria. Los poderes superiores no son exigentes en cuanto a la manera en que se realiza la plegaria (la posición del cuerpo y el lugar no son importantes para ellos). De hecho, cada pensamiento de cada ser humano es conocido por ellos y en cierto modo constituye una plegaria. La promesa fue dada por Cristo (Mat. 7:7): "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá." Algunas personas sienten que piden y no reciben. Se necesita paciencia. La petición persistente traerá a su tiempo una respuesta siempre que pidamos con todo nuestro ser y hagamos todo lo que esté en nuestra mano para llegar al fin deseado, y siempre que se cumpla la condición de conformidad con la Ley de Dios. Esta última condición era conocida por Santiago, pues escribió (Sant. 4:3): "Y si pedís, no recibís nada porque pedís con la torcida intención de malgastarlo en vuestros caprichos." Si dos naciones están en guerra y ambas naciones están pidiendo a Dios que les ayude a ganar la guerra, entonces obviamente Dios no puede contestar afirmativamente ambas plegarias. Max Heindel afirma: "Si nuestras plegarias... están en conformidad con las leyes de Dios, el propósito divino se puede manifestar a través nuestro y nuestras plegarias son contestadas."

      Max Heindel afirma incluso que es posible rezar a los embajadores de los planetas en la Tierra. Sus nombres están recogidos en el siguiente cuadro.


       Los mandamientos principales son (Mat. 22, 37:39): "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia" y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." El amor viene mediante la comprensión, la comprensión viene mediante la comunicación y la comunicación sólo es posible si nos abrimos nosotros mismos y permitimos a otros seres que produzcan un efecto en nosotros. El Salmo 46:10 tiene la clave cuando afirma "Cesad y reconoced que yo soy Dios." Éste es el camino para llegar a conocer a Dios. Éste es, además, el camino para llegar a conocer al dios dentro de cada uno de nuestros prójimos. Cuando el amor se haya desarrollado, irradiará desde dentro de cada uno de nosotros y será una bendición para todos.

REFERENCIAS
- Besant, Annie. Thought Power. Wheaton, III: Theosophical Publishing House, 1973.
- Heindel, Max. Questions and Answers, Vol. I. Oceanside, Cal.: The Rosicrucian Fellowship, 1922 (p. 322-324).

*
del libro Ciencia y Religión de Elsa M. Glover 

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